CONQUISTA
DE CARTAGONOVA.
Descripción
de la ciudad.
En la época
de su conquista por Escipión, Carthago Nova era una ciudad
opulenta, ya no por las riquezas que acumulaba como capital barcida
en la Península, si no por que de ella habían echo los
cartagineses su principal base de operaciones en Hispania. La ciudad
se hallaba repleta de caudales (unos 600 talentos se encontraban en
esos momentos en sus arcas) y de suministros bélicos, también
mantenían allí a los rehenes de todas las tribus hispanas
de dudosa fidelidad. En el momento de su conquista la ciudad albergaba
en su rada una flota de 73 navíos de carga y 16 de guerra.
La población seria de unos 13.000 ciudadanos libres (en su
gran mayoría no púnicos), entre ellos 2.000 artesanos
especialistas en las mas diversas tareas como carpinteros, herreros,
armeros etc, etc., también y temporalmente se encontraban allí
15 senadores de Carthago y 2 del consejo de los ancianos, la población
se completaba con un numero indeterminado de miles de esclavos, 300
rehenes hispanos y la guarnición propiamente dicha de la ciudad,
1.000 hombres, en total, quizás, unas 20.000 personas.
La situación estratégica de la ciudad era magnifica,
situada sobre una península salpicada de colinas (las de Asklepios,
Ares, Hefaistos etc.), la ciudad, ubicada en el valle que forman estas
prominencias, se comunicaba con el resto de la costa por una pequeña
parte del perímetro de su muralla, el trozo de tierra que unía
la ciudad con la línea de la costa entre la colina de Hefaistos
y la de Ares. Casi la mitad de la ciudad daba a una laguna, mas bien
pantano, disponía de algunos pasos por donde cruzar a pie hasta
la ciudad e incluso al atardecer la marea dejaba mas zonas de paso
abiertas todavía. En la estrecha lengua de pantano que se tocaba
con el mar, se hizo un puente por el que comunicar la ciudad con tierra
por el otro extremo de la península. Era Carthago Nova prácticamente
el único puerto que daba al mediterráneo en toda la
costa hispana y que podía albergar en su rada a cualquier flota
por grande que fuera. También se encontraba en una estupenda
posición para mantener comunicaciones con la costa africana,
en definitiva, una extraordinaria posición estratégica
en manos de los cartagineses.
Los defensores.
Tras los recientes desastres romanos en la península, los cartagineses
parece que se confiaron en exceso y la guarnición de la ciudad
da la impresión de que se mantenía bajo mínimos.
Al comenzar la batalla los cartagineses, al mando de Magón,
podían alinear tan solo 1.000 soldados profesionales mas otros
2.000 ciudadanos a los que armo cuidadosamente por parecer los mas
fiables para el combate, el resto de sus fuerzas era la restante masa
de ciudadanos en edad militar pero sin mucha valía. En la rada
del puerto se encontraban 16 navíos de guerra fondeados despreocupadamente.
Los atacantes.
Tras recibir un ejercito desmoralizado y reforzarlo con las tropas
frescas llegadas desde Italia, Escipión disponía de
unos 25.000 infantes y 2.500 jinetes mas una flota de 36 navíos
de guerra al mando de C. Lelio.


La campaña
Temiendo Escipión
que si avanzaba contra el territorio cartaginés los poderosos
ejércitos cartagineses convergerían sobre el, decidió
atacar a una posición periférica como era la de Carthago
Nova, lejos de la cual se encontraban ahora los tres ejércitos
cartagineses de la península y sabiendo que aunque fácilmente
defendible, no se esperarían los cartagineses una ataque en
masa contra su principal base en la península, base de la cual
se informo bien y de la que tenia mas o menos una idea bien formada.
Al comenzar la campaña tan solo C. Lelio había sido
informado por Escipión del objetivo elegido, así, cuando
el ejercito y la flota se ponen en movimiento, las intenciones de
los romanos quedan ocultas a unos y otros.
Se avanzo rápidamente por la costa, por tierra el ejercito,
por mar la flota, ambos al mismo ritmo pues debían converger
por sorpresa sobre el objetivo. En siete días los romanos se
plantaron ante Carthago Nova, el ejército acampo junto a la
colina de Ares, utilizando a este como defensa natural del lado de
la ciudad y hacia el exterior construyo una trinchera defendida con
un terraplén y seguramente algún tipo de empalizada.
Escipión, antes de comenzar las operaciones de sitio, arengo
a sus soldados, seguramente amedrentados por la tarea que se abría
ante ellos, usando para ello una mezcolanza de promesas de recompensas
para los valientes y anunciándoles una serie de prodigios y
predicciones divinas acerca del buen fin de la empresa ganándose
así para si la confianza y ardor de sus soldados.
El día siguiente, Escipión ordeno a C. Lelio armar a
la flota con armas de tiro y proceder al bloqueo de la ciudad por
mar, el por tierra, mandando a 2.000 hombres escogidos, atacaría
la entrada principal a la ciudad, la que da al istmo. Mientras tanto,
el gobernador cartaginés de la guarnición repartió
a sus mejores tropas entre las posiciones que creía el mas
amenazadas, dejando para si 500 soldados en la ciudadela y como reserva
a la muchedumbre armada que formada en la ciudad, acudiría
a los puntos mas necesitados de defensa según fuesen requeridos.
Con sus 2.000 mejores hombres, al apercibirse del primer asalto romano,
Magón ordeno una salida contra los que atacaban por el istmo,
este ataque, realizado por tropas realmente combativas puso en aprietos
a los romanos, decidiendo Escipión replegarlos hacia atrás
para así contar el con el concurso de sus refuerzos romanos,
a tiro de piedra, mientras los cartagineses se alejaban mas y mas
de las angostas puertas de la ciudad, de donde seguían fluyendo
lentamente los soldados púnicos. Tras un tiempo en que el combate
estuvo igualado por la calidad y resolución de ambos contendientes,
animados a su vez los unos desde las murallas de la ciudad y los otros
desde sus campamentos, pero la mayor facilidad con que los refuerzos
romanos acudían al campo de batalla a relevar a sus compañeros,
al contrario que los cartagineses, que debían los dos estadios
que mediaban entre las murallas y las líneas de combate, inclinaron
el choque por fin del lado romano, dando la espalda a los romanos
comenzó la huida ahora de las tropas cartaginesas, muchos murieron
en la huida del campo de batalla perseguidos por los romanos, pero
los mas así mismos aplastándose unos a otros en el intento
de la muchedumbre de soldados de acceder a la ciudad por la puerta
de la muralla, la visión de sus tropas apelotonadas y presas
del pánico en la puerta desconcertó a los defensores
de la muralla hasta el punto que poco falto para que estos desguarnecieran
la misma, mientras tanto los romanos, que perseguían a los
derrotados cartagineses a poco se introducen en medio de la confusión
por las mismas puertas, cerradas con gran dificultad por los soldados
a causa de los cadáveres que se amontonaban en ellas. En esos
momentos, Escipión, que se encontraba sobre la colina de Ares
observando el combate, al ver que las murallas quedaban desguarnecidas
en medio del desconcierto enemigo, ordeno un asalto general haciendo
salir del campamento a cuantas tropas tenia para apoyar el ataque.
Se consiguió gracias al desconcierto de los enemigos apoyar
las escalas a las murallas enemigas, en donde ahora la mayor dificultad
representaba la gran altura de estas, altura que hacia que también
las escalas debiesen ser muy largas y muchos fuesen los hombres que
se asían a ellas a tiempo para ascender y de esta manera algunas
se rompían dejando caer al vacío a los soldados que
subían por ellas, otros sufrían solo con la misma altura
a la que tenían que elevarse, siendo fácil presa de
los pocos defensores que al principio acudieron al lugar amenazado.
Finalmente muchos soldados romanos llegaron a subir a las almenas
en donde el combate se generalizo, pero dada la difícil posición
de los atacantes no fue posible mantener durante mucho tiempo el asalto
contra unos defensores resueltos y en tan ventajosas posiciones, así,
tras unas horas de difíciles combates Escipión ordeno
tocar retirada y renuncio a este su primer intento de asalto.
Los cartagineses,
que se alegraron muchísimo de la victoria obtenida no dieron
crédito a lo que a continuación comenzó a ocurrir,
Escipión ordeno de nuevo un asalto masivo a la ciudad de nuevo
a través del istmo con las tropas de refresco que a tal efecto
tenia reservadas. Los cartagineses agotados y sin casi armas arrojadizas
(pues habían usado muchas en el combate precedente) se aprestaron
a la defensa aunque se encontraban ya desmoralizados por las tremendas
bajas que habían sufrido hasta el momento. El asalto se hizo
por la mayor extensión de muralla posible y justo en el momento
en que la marea dejaba libre el acceso a la ciudad a través
del pantano, justo lo que estaba esperando Escipión para hacer
avanzar a los 500 hombres que estaban apostados al otro lado del pantano,
el mientras tanto alarga la línea del asalto por la zona de
la muralla que entra ya en la laguna y por donde ahora se podía
hacer pie, por parte de la flota, tampoco se esta inactivo, se desembarca
y asaltan también las murallas en el sector del puerto. Se
ataco entonces y por el lado en donde se encontraba Escipión,
la puerta principal de la muralla mediante la infantería cubierta
por los escudos a modo de tortuga, puerta sobre la que descargaban
ahora golpes de hacha y azada, al tiempo que los emboscados que atacaban
a través del pantano logran llegar a la muralla y desplegar
en ella las escalas en unas murallas vacías de defensores,
de tal manera que sin hacer uso de la espada logran subir y apoderarse
de ella, desplegándose ahora por todos los lados para sembrar
la confusión mientras un grupo de ellos llegaba hasta la puerta
principal, ocupándola, rompiendo sus cerrojos y abriéndola
de par en par para que al punto entrasen a borbotones los soldados
que se encontraban fuera. Mientras tanto, los ataques a la muralla
del istmo habían dado sus frutos y los soldados subían
también por ella, también lograban el éxito los
legionarios de la flota quienes conseguían tomar un tramo de
la muralla y se hacían por fin con su control.
Una vez dentro, se ocupo rápidamente la colina de Hefaistos
desalojando de ella a sus defensores y tras haber reunido suficientes
hombres dentro de las murallas, Escipión dio orden de atacar,
saquear y masacrar a población de la ciudad que se abría
indefensa ante ellos, reservándose para si 1.000 hombres con
los que se dirigió a atacar la ciudadela. Magón, que
intento en principio un amago de defensa de la misma, no tardo en
darse cobardemente por vencido y a entregarse el y a su guarnición
a cambio de garantías sobre su persona. Tomada la fortaleza,
se dio orden de terminar con el saqueo y como el día estaba
ya avanzado dividió sus fuerzas para que hiciesen noche, parte
de ellas en el campamento, otras en la ciudad y el en la ciudadela
junto con los 1.000 hombres a sus ordenes, una unidad de arqueros
fue acuartelada en la colina de Hefaistos, vigilando el principal
acceso a la ciudad.
La conquista de la ciudad, al margen de los beneficios políticos
o estratégicos, proporciono al ejercito de Escipión
innumerables ventajas materiales tales como (aquí las fuentes
varían) 120 catapultas grandes, 280 pequeñas, de escorpiones
entre grandes y pequeños, armas arrojadizas y proyectiles un
sin numero, 18.300 libras de plata además de gran cantidad
de vajilla de plata, unas 250 de oro, la captura de la flota cartaginesa
de 16 navíos de guerra y 73 de carga, barcos estos que transportaban
diferentes mercancías de trigo, armas, bronce, esparto, lienzo
y demás material para la construcción naval que se exportaba
a Carthago, el total de trigo se elevaba a 400.000 modios, el de cebada
a 270.000. En definitiva, un botín que vino a suplir las muchas
carencias que el ejercito romano en Hispania sufría desde hacia
ya muchos años, abandono ocasionado por la dificultad de la
republica de mantener bien suministrados a tan diferentes ejércitos
como tenia en tantos frentes de guerra. Así mismo toda el área
de influencia de la ciudad, que comprendía los importantísimos
yacimientos mineros cercanos, también quedaron así en
manos romanas.
http://galeon.hispavista.com/satrapa1/articulos/batallas/CarthagoNova.htm